Todos hemos pasado alguna alborada
Por la puerta del bar donde para la vida
Donde a la medianoche reviven fantasmas
Y el poeta a su musa da la bienvenida
Donde las horas pasan más tristes que ella
Igual que una mueca de vieja comparsa
Donde vuelve a piantarse la niña más bella
Dejando perfumes que ahuecan el alma
Cuando llega la hora en que no hay más reenganche
Y el gallego bosteza mientras cuenta la guita
Quedan tres trasnochados empinando el estribo
Tintineante el cáliz del agua bendita
Todo está terminando, sin embargo los tipos
Se prenden al mármol, eterno testigo
Discuten, se abrazan, recuerdan, sonríen
Es simple junarlos, son viejos amigos
Uno tiene en los ojos el humo del billar
Otro a las ilusiones se las llevó al remate
El tercero es el único que se dice normal
Justo él que ha vivido cuidando un empate
Agoniza la noche, se anuncia el maldito
El mozo le baldea las patas al escabio
Y uno de los tres bate al ver que está aclarando
“¡Aguanten, che!, son sólo… las luces del Estadio”